Cómo sanar la ansiedad

Habitualmente, nos enteramos de que tenemos ansiedad porque mostramos una sintomatología muy desagradable (taquicardias, sensación de despersonalización e irrealidad, entumecimiento de extremidades, etc.). Cuando acudimos al médico, lo hacemos porque queremos acabar con estos síntomas. El doctor, después de hacer pruebas para descartar cualquier problema más grave (y no digo serio, porque considero que la ansiedad es algo muy serio) nos diagnosticará ansiedad y nos recetará, normalmente, un antidepresivo, un ansiolítico y, probablemente, psicoterapia.

Está psicoterapia normalmente será cognitivo-conductual, que además, si la aplicamos bien, es muy efectiva, y nos enseñará a aprender a manejar esa sintomatología. Mi pregunta es… ¿y qué hay de las emociones?, ¿qué médico cura las emociones? Yo he comprobado empíricamente que la ansiedad es miedo y la agorafobia se acaba desarrollando por ese miedo al miedo; la ansiedad social es miedo a no estar a la altura, a hacer el ridículo… y así, sucesivamente, podemos ir determinando la herida emocional de cada uno de nuestros trastornos.

Lo que ocurre es que cuando vamos al médico y al psicólogo, lo hacemos para tratar los síntomas, pero la herida sigue estando ahí. Las heridas emocionales no se ven, pero la parte emocional de las personas son un componente de otro sistema real y físico, a pesar de que la medicina tradicional no lo contemple. Si no estuvieras de acuerdo conmigo no estarías ahora mismo leyendo este manual. Hay que tener en cuenta que mientras no se sane de raíz la herida emocional, tarde o temprano resurgirán los síntomas, entonces volveremos al médico y al psicólogo a por un nuevo tratamiento para volver a quitar la nueva sintomatología.

Es como si tenemos una muela picada y nos recetan paracetamol para el dolor, antiinflamatorios para la hinchazón y antibióticos para la infección; si realmente queremos acabar con el problema, hay que empastar o sacar la muela. Pues esto es lo mismo, solo que cuando son las emociones las que están dañadas ya no le damos tanta importancia. Pero es fundamental atender al aspecto emocional, a cómo nos sentimos, si realmente queremos atacar la raíz de este problema, la ansiedad.

Por supuesto que estoy completamente de acuerdo con la medicina científica, y de hecho soy más que partidaria de tratar la fase aguda del trastorno con psicofármacos cuando es necesario. Pero no estoy de acuerdo, por ejemplo, con la ligereza con la que algunos médicos de familia recetan este tipo de fármacos y no derivan a un especialista. Y tampoco estoy a favor del uso de algunos tipos de terapias de choque que emplean algunos psicólogos, ya que esa forma de “adiestramiento” la considero cuanto menos cruel, y muy, pero que muy, dañina para el sistema emocional. Este tipo de terapia, quizás pueda ser más o menos efectiva en algunos casos a corto plazo, pero los efectos secundarios a nivel emocional que generan, al final no hacen más que retroalimentar la ansiedad. He conocido casos que han tratado TOC relacionados con la limpieza, obligando a la persona a ir manchadas todo el día… Desde mi punto de vista, esto es una barbaridad, y además en el mejor de los casos lo único que conseguiría sería, aliviar a corto plazo, los síntomas de esa fobia específica, pero al no llegar a la raíz del problema en poco tiempo podría desarrollar otro tipo de fobia. Para mí, una buena terapia es aquella que te enseña pautas para que uno mismo recupere las fuerzas necesarias y el valor, para empezar a sanar. Y sanar significa, curar las emociones y sentimientos que te provocan que somatices los distintos síntomas de ansiedad.

En la labor de la psicoeducación emocional, entre otras cosas, enseñamos a las personas a que se sanen emocionalmente… y esto, consecuentemente, provoca que desaparezca la sintomatología; es una labor puramente educativa, en la que buscamos las causas del problema en vez de centrarnos en la sintomatología en sí. Centrarse en los síntomas en vez de llegar a la causa no soluciona el problema sino que lo oculta, algo ineficaz y además muy pesado para el que lo padece, porque alarga su padecimiento y le obliga a depender de los fármacos para su control. En mis talleres hago este trabajo educacional y con unas garantías de éxito verdaderamente sorprendentes, porque lo que empieza como un tratamiento psicoemocional da tan buenos resultados que finalmente se acaba convirtiendo en una filosofía de vida. Por eso, quiero transmitir un halo de esperanza de que la ansiedad se puede sanar, y que para ello es necesario compatibilizar tres partes igual de fundamentales; si falla alguna de ellas, nos quedaremos cojos y no nos podremos liberar completamente de este mal. A mi entender, estas tres patas fundamentales son: la valoración a nivel psiquiátrica con el tratamiento farmacológico, si es necesario, la terapia psicológica y la educación psicoemocional.

(Vivir sin ansiedad, VANESA RODRIGUEZ DE TRUJILLO ARÁUZ)

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